Chiapas: indígenas conmemoran el regreso de evangélicos expulsados

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San Cristóbal de las Casas.-Cientos de indígenas de esta comunidad perteneciente al municipio de San Juan Chamula recordaron con una fiesta, el 21 aniversario del retorno de 584 evangélicos, que permanecieron expulsados 11 meses por su conversión al protestantismo.

“Sufrimos una gran expulsión en septiembre de 1993 y nos fuimos a hacer un plantón en el patio de la Secretaría de Pueblos Indígenas en San Cristóbal; estábamos sufriendo, pero gracias a Dios retornamos el 17 de agosto de 1994”, dijo Salvador Pérez Pérez, organizador de la fiesta de este domingo.

“El 16 de agosto empezó el retorno y el 17 llegamos a nuestra tierra natal, Cuchulumtic, que entonces era tierra de sangre, pero ahora es tierra de bendición”, agregó el también ex regidor del ayuntamiento de San Juan Chamula.

“Hoy estamos celebrando una gran fiesta y ya escuchamos el testimonio de Salvador Jiménez Jiménez, que dijo que era golpeador y que estaba armado con un ‘Cuerno de Chivo’ pero Dios es poderoso y aunque ellos tenían armas tuvieron miedo y huyeron a las montañas de Cuchulumtic porque el diablo es cobarde”, aseveró.

Explicó que la fiesta, en la que participaron cientos de protestantes, duró de las 9 a las 22 horas de este domingo, pues hubo comida y refrescos; acudieron nueve grupos que tocan música religiosa –ranchera o de banda– para “dar gracias a Dios que pudimos regresar a nuestra tierra el 17 de agosto de 1994”.

Recordó que a partir de la década de los 70 del siglo pasado, miles de familias protestantes fueron expulsadas, por las autoridades y caciques de San Juan Chamula, con el argumento de que al abandonar la religión católica tradicionalista “perdían su cultura”.

A la celebración acudieron Domingo López Angel y Sebastián Díaz Gómez, líder y presidente del consejo de vigilancia de Consejo de Representantes Indígenas de los Altos de Chiapas (Criach), respectivamente, que defendía a los indígenas no católicos expulsados de sus comunidades.

López Angel recordó que en septiembre de 1993 fueron expulsados de Cuchulumtic, 584 tzotziles, acusados por las autoridades locales de profesar la religión evangélica, por lo que poco después se instalaron en el patio de la entonces dirección de Pueblos Indígenas con sede en esta ciudad para exigir su retorno.

Los protestantes, hombres, mujeres y niños regresaron a su comunidad el 17 de agosto de 1994, después de diversas reuniones de diálogo con las autoridades estatales. Su retorno fue posible por la repercusión que había tenido el alzamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), ocurrido ocho meses antes.

En la celebración de este domingo destacó el testimonio de Salvador Jiménez Jiménez, quien participó como “golpeador” en varias expulsiones de evangélicos, pero luego se arrepintió y se convirtió en uno de ellos.

“En 1993 yo no tenía cargo, sólo era tradicionalista y no me gustaban los evangélicos, sólo los tradicionalistas, pero como llegó mucha enfermedad a mi cuerpo, me cambié de religión hace 16 años”, comentó en entrevista posterior

“Yo golpeaba a los evangélicos, le pegué a Salvador Pérez (el organizador de la fiesta); le echábamos patadas a la gente. Eramos como 40 personas, los más valientes de la comunidad. A hombres y mujeres les pegamos”, relató

Aseguró que en esa época “compramos armas, ‘Cuernos de Chivo’, pero cuando nos convertimos en evangélicos las vendimos y compramos biblias, guitarras, acordeón y material para hacer un sencillo templo de lámina y costera, aunque ahora ya tenemos un templo de material”.

Dijo que él tenía un “Cuerno de Chivo” y una pistola de 8 tiros, calibre 45, pero ahora “ya sólo tenemos el arma que es la biblia. Antes teníamos bastantes armas que comprábamos con nuestro dinero, pero no sé dónde se fueron”.

A pregunta expresa afirmó que las armas las compraban “a una autoridad de San Juan Chamula, que parece se llamaba Juan Pérez, pero no sé de dónde las traía, sólo decía: ‘compra esta arma para matar a los evangélicos’”.

Comentó que debido a que las armas eran caras –costaban 14 mil o 15 mil pesos cada una—las compraban entre cuatro o cinco católicos tradicionalistas para “defender la cultura”.

Jiménez Jiménez señaló que se convirtió en protestante porque se enfermó y no sanaba. “No sabía qué enfermedad tenía pero estaba como seco mi pie y mi mano. Fui a ver a los curanderos, a los médicos tradicionalistas y a los doctores, gastamos mucho dinero, vendí mi terreno y no sané, por eso me hice evangélico y me curé. Cuando sané tenía valor y fuerza, pero cuando llegó la ira de Dios no”.

Manifestó que con las armas que tenían fueron asesinados varios evangélicos, “pero por gracia de Dios yo no maté a nadie, sólo eché patadas. En otros parajes sí mataron gente. Cuando teníamos reunión decíamos: ‘yo tengo arma’. Entonces, una autoridad preguntaba: ‘¿Y qué hacemos, matamos a los evangélicos?’ y toda la comunidad gritaba: ‘Sííí’”.

De 53 años, Salvador Jiménez aseguró que ahora toda su familia es evangélica, luego de que él pidió perdón y abandonó la religión católica tradicionalistas que se practica en San Juan Chamula, en la mayoría de cuyas comunidades existen ahora templos protestantes. (Agencias: La Jornada)

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