Cintalapa.- Ahí estaba su padre, de espaldas, atado de una cuerda a la viga y aún con la camisa de su equipo favorito (Chiapas Jaguar); tenía un pie descalzo sobre la cama y el otro asentado en el suelo. Estaba anonada, después de intentarlo en dos ocasiones, su padre al fin se había matado.

No fue un día cualquiera, era un Viernes Santo, la celebración de la Eucaristía cuando Rigoberto Cruz ponía fin a sus días. “No era la primera vez que lo intentaba, ya lo había hecho dos veces” dice Cinthia Lizbeth entre lágrimas.

La joven llegó minutos antes de las 8:00 de la mañana a la casa de su padre en la colonia Lázaro Cárdenas de Cintalapa, tocó varias veces la puerta principal sin encontrar respuesta, lo mismo hizo en la ventana y gritó para que Rigoberto, de 52 años, abriera.

En ese instante, un frío le recorrió su cuerpo y corrió a la puerta trasera; como pudo logró ingresar al cuarto de su padre donde lo encontró pendiendo de un delgado lazo sin signos de vida.

Salió a pedir ayuda con el agente municipal y éste a su vez solicitó apoyo de la Policía Local para que se encargaran de la situación; al poco tiempo los agentes confirmaron el deceso por lo cual dieron aviso al representante social.

Cerca de las 9:00 de la mañana, llegó un agente del Ministerio Público y peritos de la Procuraduría General de Justicia del Estado, quienes realizaron las pesquisas y trasladaron el cuerpo al anfiteatro para que el médico legista se encargara de la necropsia.

El sollozo de Cinthia Lizbeth aumentó al ver que el cuerpo se alejaba, maldecía al alcohol pues era el vicio asiduo de su padre y el que cree, le dio valor para adelantar su muerte en plena Semana Santa. (Agencia Vórtice MX)

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