Así hablaba el dictador

(De la serie comes y te vas)

A propósito de José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, alias Don Porfirio Díaz, quien un día 25 de mayo de 1911 renunciara a la Presidencia de México, el día de hoy un conocido noticiero de audiencia nacional (noticias MVS) conducido por un tal Cacho (albures aparte) presentó “el audio de la renuncia” del general Porfirio Díaz. No hubo tal audio, bueno, al menos no el de la renuncia, aunque sí una grabación de la voz de don Porfis, en respuesta a la carta recibida de Thomas Alva Edison, a quien conoció en uno de sus viajes a Nueva York. El audio lo pueden escuchar y descargar (si así lo desean) en el siguiente sitio: https://www.archivosonoro.org/?id=4. Pero si no está usted de ánimos para oír la voz del dictador, le copio la transcripción, documento adquirido del Proyecto Gutemberg:
“Chapultepec, agosto 15 de 1909. Sr. Tomás A Edison (estimado y buen amigo): Me refiero a su grata 8 de julio.
Yo también como usted recuerdo con placer el tiempo aquel en que tuve la satisfacción de conocerle y conocer sus atrevidos experimentos, haciéndome partícipe de su fe inquebrantable en el gracioso porvenir de la ciencia empírica. Fue allá en su patria, en los primeros días de la luz eléctrica en nueva york, y desde entonces presentí en usted al héroe del talento, al triunfador del trabajo, al que más tarde habría de someter a disciplina el fuego arrebatado por Franklin a los cielos para perpetuar acá en la tierra en sus maravillosos aparatos fonográficos la cariñosa voz de los seres amados reproduciendo todos los ritmos, todos los acentos y todas las modulaciones del lenguaje humano. Me es grato complacerle porque tengo en muy alta estimación a los grandes benefactores de la humanidad, y usted es uno de ellos, porque usted ha creado nuevas fuentes de felicidad, de bienestar y de riqueza para el género humano utilizando las más poderosas fuerzas conocidas: luz, electricidad, trabajo y genio. Su amigo, que con orgullo estrecha su mano, Porfirio Díaz.”
Dos años después de ésta grabación, las fuerzas rebeldes ganarían terreno hasta que el General vio que su renuncia era irremediable. Acá un fragmento de la dimisión:
“En tal concepto, respetando, como siempre he respetado la voluntad del pueblo, y de conformidad con el artículo 82 de la Constitución Federal vengo ante la Suprema Representación de la Nación a dimitir sin reserva el encargo de Presidente Constitucional de la República, con que me honró el pueblo nacional; y lo hago con tanta más razón, cuanto que para retenerlo sería necesario seguir derramando sangre mexicana, abatiendo el crédito de la Nación, derrochando sus riquezas, segando sus fuentes y exponiendo su política a conflictos internacionales.” (México, Mayo 25 de 1911. Porfirio Díaz)
Del general se dice mucho y se desconoce mucho también. Tuvo su esplendor y su decadencia, la cual está plagada de anécdotas verdaderas y otras no tanto, como aquella de su ilusión porque nevara en la ciudad de México así como nevaba en Francia. De usar polvos para blanquear su oaxaqueña piel, de los fiestones y derroches, y del exterminio de indígenas en el norte del país. Casi nadie sabe qué sucedió después de la renuncia y posterior exilio en Francia, donde fue recibido como un héroe.
Martín Luis Guzmán* nos acerca al personaje en sus últimos días en el exilio. Reconstruye el andar del dictador con una prosa sencilla, sin apasionamientos, sin juzgar. Deja que nosotros, los lectores interesados nos asomemos para dar seguimiento a lo qué sucedió después, cuando el dictador y su familia subieron al buque “Ypiranga”, y su posterior desembarco en Francia. Como dato complementario, el buque en el que partió al exilio Díaz y su familia, era de origen alemán, y no de origen mexicano. (Antonio López)

* Guzmán Ferrer, Martín Luis, Muertes Históricas. Febrero de 1913, Editorial Joaquín Mortiz, agosto de 2001. Pp. 7 – 16.

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