Antes de transcribir lo que dice el escritor Ramón Lara Gómez sobre el libro que hoy motiva esta entrada, les contaré cómo llegó hasta estas instancias la serie de minitextos, textículos, mini ficciones, o como mejor quieran llamarles (pueden consultar a Lauro Zavala) escritos por Hugo Montaño, a quien conozco desde que nació. El susodicho me contó (al calor de unas caguamas) que un buen día llegaron a verlo Juve y el Chincho para proponerle un negocio:

“Queremos editar una serie de libros en formato de disco compacto, donde los amigos escriban poesía y narrativa… rock and roll.”

La editorial se llamaría Almada Broders, que ya contaba con: Prohibido Degollar Patos (Luis Daniel Pulido), además de otros títulos en reposo. 

“Queremos publicar algunos cuentos de tu blog (le dijeron a Montaño) porque creemos se venderán.”

Hugo se sorprendió de la seguridad que mostraban con eso de la publicación y posterior venta, tal vez no de millares, pero sí de las que se fueran solicitando conforme lo promocionaban. La mecánica era simple: editar sobre pedido. Así fue, palabras más, palabras menos, que un día de abril de 2012 se presentó el pequeño librillo de cuenticos, bajo el título de Billie Jean no es mi amante. Ese titulo no fue sugerido por el autor (que no tiene carácter para imponer absolutamente nada, menos el titulo de un libro suyo) sino por lo editores, quienes vieron en uno de los cuentos el pretexto ideal, además de la posibilidad de las “multiventas” en la Fanpage de feisbuc.

El 15 de junio de 2015 regresa Billie Jean pero auspiciado por el Municipio tuxtleco, el Coneculta y el CONACULTA. Desconozco si ellos vieron lo que Juve y Chincho visualizaron años atrás: “multiventas” y groupies por montones, mucho rock and roll, giras alucinantes y toda clase de estupefacientes (esto último no recuerdo si lo dijo Juve, lo dijo Chincho, lo dijo Hugo Montaño… o lo imaginé yo). Tampoco sé si las instituciones antes mencionadas leyeron el material que editaban, que en el último de los casos es lo que menos importa, porque ya está impreso y en un millar. Si vemos hacia atrás descubrimos que no pasó del centenar de impresiones en su primera vez, pero la fortuna quiso se multiplicara (panes & peces).

Hoy llegó a mis manos la reedición del libro. Es de formato francés, y con el doble de páginas, además de un bonus track (imagino un guiño a la idea original de Juve y Chincho). Lo más destacado es que conservaron el diseño de portada y contraportada originales (con una variante mínima, digna de revista donde debes hallar las diferencias) y que desde ese 2012 hasta éste 2015, Hugo Montaño (eso dice él) no ha tenido que pagar un solo peso, ni tenido que jugarse la dignidad. Los textos se han ido recomendando solos.

Sé que sigue enviando el PDF de la primera edición a quien se lo solicite, de manera gratuita. Desconozco si hará lo mismo con esta segunda edición, de manera electrónica. Lo que si es seguro, es que las instituciones convocantes se quedaron con un porcentaje mayoritario de libros impresos, lo que limitará la cantidad de libros obsequiados. No está demás intentarlo, este es su correo: memorio@gmail.com

Ramón Lara Gómez escribió: El siglo XIX fue el tiempo para los escritores y lectores con tiempo. Escritores que podían pasarse media vida escribiendo novelas de 2 mil páginas o más, y lectores que podían pasarse horas, días, meses, leyendo y releyendo un libro que aspiraba a atrapar la totalidad del mundo. Pero pasado un siglo, y una década del otro, la vida se acortó y tal parece que día a día lo seres humanos ya no tenemos tiempo para acercarnos a dialogar entre nosotros mismos, y menos aún para buscar la compañía de los buenos libros. Como consecuencia, en nuestro tiempo, sólo algunos escritores aspiran a las novelas totales, aunque no tengan lectores. Hace una década, conocí a Hugo Montaño y recuerdo su buen humor y su facilidad para tramar historias breves: que creo yo, le brotan sin teorías por delante y que si algo influye en él es que Hugo se deja llevar por ese río de palabras en corrientes misteriosas… mientras nada y se deja acariciar por las aguas de las musas, de vez en cuando se hunde hasta las partes más oscuras de las profundidades y vuelve con una joya: un cuento breve. Se vuelve a sumergir y extrae otro. Como estos minicuentos de Almada Broders, donde Hugo crea, en cada ficción, un mundo paralelo al nuestro pero con vida propia.

¿Que si recomiendo el libro? No lo sé… ya lo dije alguna vez: en gustos se cierran tiendas. A mí me gusta. (Antonio López)

 

 

 

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