Seguimos guardando un silencio bastante parecido a la estupidez

En estos días las “viudas del fesibuc” han brillado por su ausencia. Y no por falta de ganas sino por falta de elementos. ¿Qué diablos es Eduardo Galeano? A diferencia de personajes como Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco o Gabriel García Márquez, por citar algunos, donde las “viudas del feisbuc” se apresuraron a difundir la noticia de la muerte de estos personajes y luego se prepararon, apesadumbradas, para recibir las condolencias de rigor porque les dolía igual o más que a los familiares, pero que en esta ocasión se quedaron callados. Simple: no lo conocen.

   Apenas unos días antes también fue el aniversario de Emiliano Zapata, tantas veces nombrado por Galeano (Eduardo, no el Sub), y en el mundo “feisbuc” algunos lo celebraron y otros lo lamentaron. Lo lamentaron porque hubo marchas, bloqueos, protestas, las reiteradas inconformidades contra el olvido.

   Los noticieros apenas hicieron una remembranza de Eduardo Galeano, que era de Uruguay y que muy joven se fue al exilió, y que luego no le quedó otro camino que huir a Europa. Siempre sería un extranjero ante los ojos inexpertos de sus perseguidores. Lo preferían prófugo porque prófugos son los delincuentes, los que andan a salto de mata. Porque la maquinaria imperialista es eficiente, como él mismo lo comprobó al asistir de incognito a una subasta en una ciudad europea, donde una copia de la copia de la afamada foto de Korda era alzada para el escrutinio de los compradores. Era la foto de Ernesto Guevara, también conocido como El Che. Los asistentes abuchearon la imagen y la castigaron pagando apenas unos cientos de dólares.

   En las noticias que llegan a los teléfonos móviles de millones de mexicanos, escribieron: En México circulan 15 millones de armas ilegales: ONU / Dj de dos años es sensación en redes / Corredor celebra antes de la meta y lo rebasan… ¿Y de Galeano? Nada. Imagino no quieren a semejante mosquito inoculando el virus de la dignidad entre los usuarios.

   Y es que sucede que en esta vida se puede perder lo que sea, menos la dignidad. Y no se dice de ahora, se ha dicho de siempre y no siempre con palabras. Se ha dicho en cada acto de dignidad borrada por los que escriben la historia que conviene, la historia tratada con zurcidos, empastes, recortes y teñidos. Porque es difícil reconocer la dignidad cuando no es habitual en estos tiempos modernos, tiempos de la tecnocracia donde se busca el máximo de ganancia por el mínimo de esfuerzo, a costa de lo que sea.

   Historias como la del doctor Drew quien inventó el plasma que ha salvado vidas en las guerras donde los dueños de las balas se pelean rebanadas del mundo. Plasma que en su momento fue negado para usarse en soldados de raza negra, por considerarlos inferiores, sucios, y que solo debían usarla los hombres de piel blanca. Una torpeza. El doctor Drew, el inventor del plasma, era de raza negra.

O el arrojo del Dínamo de Kiev, un grupo de obreros que jugaba fútbol contra el equipo de Hitler durante la ocupación nazi, quien miraba furioso en el graderío cómo su equipo perdía al finalizar el primer tiempo. Una comitiva visitó a los del Dínamo en el vestidor para conminarlos a que aflojaran el paso y se dejaran vencer por los alemanes, para que el Führer estuviera de mejor ánimo. El Dínamo la tenía clara y venció al equipo alemán. Finalizado el partido los jugadores del Dínamo fueron fusilados en las cercanías del estadio, aún con el uniforme puesto. Había triunfado la dignidad.

Hacer filosofía de América Latina es un ejercicio libre del pensamiento en quienes la habitan, en quienes la viven desde la opresión, de la desigualdad social, desde la humillación, el despojo y la miseria. No se puede confiar en filosofías de salón armadas desde la comodidad imperial, que busca a diario nuevas formas de ofender. (Antonio López)

Lea los libros escritos por Eduardo Galeano, se lo va agradecer usted a él.

Descargue acá los libros: 

http://laberintosdeltiempo.blogspot.mx/2014/02/obras-completas-de-eduardo-galeano.html

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