Subdirector de Tránsito de Tuxtla cuenta con denuncia por violación

subdirector de Tránsito

Letras Desnudas

Mario Caballero

Atentamente, los ex militares Martínez

La protección de funcionarios corruptos va mucho más allá de lo episódico. Tiene que ver con la justicia, con la ética de gobierno, con la falta de moral de quien protege y con los daños cometidos a la sociedad.

Por eso mismo, el encubrimiento de dos ex militares acusados de maltrato laboral, acoso, corrupción, extorsión, y uno de ellos de haber violado a una policía ministerial, no puede quedar solamente como otra mala anécdota del gobierno de Carlos Morales Vázquez, del cual forman parte. El caso debe ser sopesado en toda su dimensión social, legal y política.

MARTÍNEZ GRIS

La impunidad y el abuso son los denominadores comunes en los dos militares retirados en cuestión. El primero de ellos es Óscar Graciano Martínez Gris, jubilado con el grado de Mayor de Infantería y actualmente titular de la Dirección de Tránsito Municipal.

Martínez Gris lleva al menos doce o trece años trabajando en el Ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez. Colaboró para los exalcaldes Jaime Valls Esponda, Seth Yassir Vázquez Hernández, Samuel Toledo Córdova Toledo y Fernando Castellanos Cal y Mayor, dentro de la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal.

Imposible negar su origen sabinista. Pero más difícil todavía ocultar su complicidad en fraudes como la certificación de “Comunidad Segura” que recibió la ciudad en dos ocasiones, una en el periodo de Yassir Vázquez y otra en el de Fernando Castellanos, de quien se dijo tuvo que donar 3 millones de pesos del erario público a la Asociación Nacional de Consejos de Participación Cívica, A.C., organización en el país acreditada como centro afiliado de comunidades seguras, para que Tuxtla fuera recertificada.

El Mayor Martínez es el fundador del Centro de Atención y Vigilancia Permanente (Cavip), fundado el 10 de diciembre de 2008, durante la gestión de Valls Esponda.

El Cavip es un sistema de monitoreo y vigilancia que se supone está para ayudar a los tuxtlecos ante cualquier emergencia, ya sea en casos de inseguridad, accidentes o contingencias naturales, que trabaja los 365 días del año. Se encarga, entre otras cosas, de vigilar el orden, tomar las llamadas de auxilio y avisar a los agentes policiacos para la urgente atención. Empero, ¿cuál fue su resultado durante los más de diez años que estuvo encabezado por Óscar Martínez Gris, quien ocupó el cargo de Coordinador Operativo?

Fijémonos en las históricas quejas de los ciudadanos de falta de respuesta de los elementos de seguridad pública, asimismo del disparo alarmante de los índices delictivos, que se agravaron en la presente administración. “Los policías nunca llegan” o “siempre llegan tarde”, son las quejas principales. Situación por la cual podemos argumentar que el desempeño de Martínez Gris ha sido inútil durante las pasadas cuatro gestiones para brindar protección y seguridad a la población.

Veamos. Los homicidios incrementaron 3600% el último año del ex alcalde Samuel Toledo en comparación con 2014, cerrando con 36 asesinatos. ¿Dónde estaba el Cavip del Mayor Martínez para vigilar y cuidar a los ciudadanos?

En 2016, año en que Tuxtla fue certificada nuevamente como Comunidad Segura, hubo otros 36 homicidios, 1 secuestro, 348 casos de violencia familiar, 194 lesiones, 195 violaciones sexuales, 174 robos a negocios y 211 robos a casa habitación. ¿Dónde estaba la dichosa Comunidad Segura? ¿Dónde el éxito del Cavip de Martínez Gris que tanto pregonó el propio Fernando Castellanos? Todo fue una farsa. Martínez no pudo con el cargo, sólo se benefició de él.

Actualmente, según informes de organismos no gubernamentales, como Gabinete de Comunicación Estratégica, Tuxtla es la peor ciudad para vivir en todo el país. Y el Mayor Martínez está señalado de maltratar al personal de la Policía de Tránsito, de violar sus derechos laborales, de negarles el día de descanso, de cambiarlos de actividad arbitrariamente y de disponer de los cargos para gente de su confianza, quienes gozan de mayores salarios y privilegios.

Asimismo, según testimonios de los agentes, Martínez Gris los obliga a extorsionar a los conductores y choferes del transporte público, y el dinero que recaudan en todo el día se lo entregan a él personalmente.

MARTÍNEZ JAIMES

El otro ex militar es Eduardo Martínez Jaimes, retirado con el rango de Teniente Coronel. Hoy es un funcionario espurio, pues el cargo de subdirector de Tránsito que está ocupando no existe en el organigrama de la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal de Tuxtla Gutiérrez, ni en la legislación.

En 2014 fue denunciado por el delito de violación sexual en contra de una policía ministerial del estado de Tamaulipas, periodo en que se desempeñaba como subdirector del Centro Regional de Adiestramiento de la Sedena.

El 1 de junio de ese año, el entones gobernador de Tamaulipas, Egidio Torre Cantú, envió 250 agentes ministeriales, doce mujeres entre ellos, a dicho lugar en El Salto, Durango, donde serían capacitados con disciplina militar.

Cuentan que por órdenes de Martínez Jaimes los ponían a limpiar letrinas pestilentes y eran obligados a bañarse con agua insalubre y sucia. Eran maltratados, recibían humillaciones y a los primeros diez días del “entrenamiento” decenas de elementos fueron rechazados sin ninguna justificación.

El Teniente Coronel Martínez era calificado de prepotente. Maltrataba a los soldados, degradaba a los agentes ministeriales y acosaba a las mujeres. Pero la gota que derramó el vaso ocurrió el 25 de junio de 2014.

Ese día, durante la madrugada, Martínez Jaimes mandó a llamar a una de las mujeres (omito el nombre por respeto) de los dormitorios ordenando que se dirigiera a su oficina. Ahí, la chantajeó con el cuento de que por ser un mando militar lo tenía que obedecer sin objeciones. La primera orden que le dio fue cerrar la puerta con llave. La siguiente, tomarse una copa con él.

La joven se negó, por lo que Martínez le dio un puñetazo en la cara y la arrojó encima del escritorio. Ella intentó protegerse inútilmente. Manoteaba, pataleaba, pero no pudo ante la fuerza del viejo militar, que la desvistió arrancándole la ropa casi a pedazos y una vez desnuda, le dijo: “Te voy a coger”. Palabras de un pervertido.

Cuando la mujer logró salir de la oficina de Eduardo Martínez gritó que la había violado. Decenas de personas se despertaron y acudieron a auxiliarla. Tenía moretones por todo el cuerpo y las lesiones correspondían a la de una violación sexual. Incluso el médico del lugar la atendió y dio parte del caso a sus superiores. Lamentablemente, las influencias del Teniente Coronel terminaron por desechar la denuncia de la agraviada y de otras cuatro mujeres que también lo demandaron por abuso sexual.

En el cargo actual Martínez Jaimes es acusado de ningunear al personal, de colocar aviadores en la nómina y poner retenes de inspección en distintos puntos de la ciudad donde los policías tienen la encomienda de extorsionar a los ciudadanos.

¿Hasta cuándo el Gobierno del Estado y el Congreso local pondrán cartas en el asunto? La crisis de inseguridad en Tuxtla Gutiérrez no es un asunto menor. Mucho menos cuando hay gente siendo asesinada y dos de todos los responsables son dos ex militares que lo único que les interesa es agrandar su egolatría y enriquecerse al margen de la ley.

¿Hasta cuándo? Si, ¿hasta cuándo? ¡Chao!

(Extraído del Diario de Chiapas)

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